Un día me vi en la habitación de mi hijo desconectando la PSP, llevándome su Nintendo, quitando cables, vamos … cubriéndome de gloria. Mientras él me miraba y me decía, “no entiendo nada”, “es que si quieres que aprenda algo de esta situación no entiendo lo que es”. Pues normal, estaba fuera de mí “diciendo qué estaba bien y qué no”, cogiendo cosas como loca… hasta que …me paré, vi el lío que estaba montando yo sola, salí de la habitación dejando atrás el tsunami y cerré la puerta.
Cuando me senté, reflexioné ¿qué fue el detonante de todo? ¿qué sensación tuve en mi cuerpo?
El detonante fue que mi hijo cuestionó algo que dije y saltó mi “creencia juzgada”, es decir, lo que está bien o lo que está mal para mí, ¡¡aquello que digo yo es la verdad!!
¿Cómo se manifestó? A través de la ira, en la boca del estómago “ardía”. Los pensamientos asociados, “me está faltando el respeto”, “quién es para llevarme la contraria”, “Cómo puede ser que me diga algo así”, y todas esas más que tienes en la cabeza…
Todo esto vino seguido de un comportamiento impulsivo, sin control, agresivo, …
Y cuando salí, vino la tristeza que tenía de la mano a la culpa. ¿Te suena esta situación? ¿Qué aprendí de todo esto? Lo primero, me felicité, “sí señor”, ya que había sido capaz de reflexionar sobre todo lo sucedido, ponerle nombre, conocerlo, un gran primer paso.
Luego pedí ayuda, no deseaba comportarme así, quería aprender nuevos recursos, otras formas de reaccionar, y así lo hice…
Ahora, me gustaría conocer si has vivido una situación similar…
¿Cómo lo has gestionado? Cuéntame… quiero escucharte, quiero entenderte, … de la raíz a las hojas….
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